Todos los españoles somos delincuentes de género

De las palabras del candidato a la presidencia del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en el debate de investidura celebrado el 22 de julio de este mismo año se deduce la respuesta: Avanzar y repudiar con todas nuestras fuerzas todo intento de banalización de la violencia que sufre la mitad de la población por el hecho de ser mujer. (A través del siguiente enlace, pueden tener acceso al discurso completo. La frase literal puesta en cursiva la escucharán en el minuto 20 con 30 segundos). La bancada socialista aplaudió para demostrar que la declaración evoca uno de los capítulos fundamentales de su política y que todo el grupo la suscribe. Unos cuantos minutos más tarde (35′ 20″) regresó al mismo tema para añadir una amenaza de enfrentamiento a quienes, según entiende él, ella, ellos y ellas, «banalicen» la violencia machista. El 9 de junio, con motivo de la carrera popular que se celebró en Madrid contra la violencia machista, Pedro Sánchez hizo otras cuentas y declaró sobre la consabida «lacra» que la sufre más de la mitad de la población española. Exagerar, por lo visto, no es sinónimo de banalizar. Existe, sin embargo, cierta tácita tolerancia social con la exageración – fuera de los ámbitos literarios – si se presume que ésta persigue una buena causa. En este contexto, exagerar la repercusión de la violencia machista equivaldría a gritar más fuerte esa expresión volumétrica de «tolerancia cero».
La Madre Superiora
Estamos acostumbrados, que no resignados, a que la corriente feminista hegemónica hable sobre la desigualdad y violencia que sufren las mujeres en términos hipérbolicos y a que lo haga utilizando las portavocías de los principales partidos políticos, particularmente, las de izquierdas, detentadoras de la causa. Bien claro nos lo dejó la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo – alias La Madre Superiora* – en aquella su maternalista declaración del No bonita, el feminismo no es de todas. Exagerar fuera de contexto – e incluso dentro del contexto coloquial – y hacerlo repetidamente conlleva el riesgo de producir el efecto contrario, es decir, la incredulidad. La exageración en el ámbito informativo o denotativo (incluimos el parlamentario, que los políticos con sus prácticas excluyen)- en otras palabras, cuando uno debe ajustarse a la verdad – equivale a falsear el mensaje y a mentir. ¿Qué ocurre con las falsedades y con las mentiras? Ocurre que según sean sus intenciones y el efecto que produzcan pueden ser graduadas en leves, graves y muy graves, por un decir.
Si banalizamos, no la violencia ejercida contra las mujeres, sino la ligereza culposa y calculada del presidente del Gobierno y de quienes le secundan la estrategia (…)podría decirse que todos o una parte significativa de los miembros varones del gobierno serían maltratadores
La exageración en el ámbito informativo o denotativo (incluimos el parlamentario, que los políticos con sus prácticas excluyen)- en otras palabras, cuando uno debe ajustarse a la verdad – equivale a falsear el mensaje y a mentir.

Los niños maltratadores de Sánchez
El presidente Pedro Sánchez, al señalar como víctimas de la violencia machista a la mitad, si no más, de la población española, está señalando con el dedo subrepticia y acusadoramente a lo que queda: viejos, adultos, jóvenes y niños varones. Él se queda tan campante, la gleba socialista le aplaude y los demás callan. Estamos ante unos porcentajes muy perturbadores. Si banalizamos, no la violencia ejercida contra las mujeres, sino la ligereza culposa y calculada del presidente del Gobierno y de quienes le secundan la estrategia, siguiendo con la estadística de andar por casa, podría decirse que todos o una parte significativa de los miembros varones del gobierno serían maltratadores, todos o la mayor parte de sus señorías parlamentarios y senadores, infractores de la Ley Contra la Violencia de Género que sus mismas cámaras aprobaron. En definitiva, allá donde se reúnan varones, en la cafetería, en una fiesta familiar, en una guardería de 0 a 3 años, todos o casi todos – y que ninguno disimule – son delincuentes por maltrato a la mujer.
Denunciar sin solucionar
Si no fuera ya grave ofender sin fundamento al 49,02% de la población española y predisponer contra ella al 50,98% restante (España tiene 46.934.632 habitantes, datos del INE a diciembre de 2018), adquiere tintes de comportamiento criminal expresar una política que utiliza las cifras luctuosas de homicidios y agresiones contra mujeres con fines perversos, pues antes interesa magnificar el problema para obtener ventajas presupuestarias, económicas, laborales y de instalación en la élite, que resolverlo. ¿Qué han hecho los sucesivos gobiernos de quince años a esta parte para que las sumas y porcentajes de homicidios y agresiones sexuales no hayan bajado radicalmente? ¿Qué han aportado a la solución del problema las leyes de Igualdad y Contra la Violencia de Género, los ministerios, organismos, entidades, fiscalías y juzgados creados ex profeso, y los ingentes caudales públicos habilitados para ello? ¿Por qué no se implantó e impulsó antes de 2015 una red de equipos multidisciplinares que estudiara con pormenor todos y cada uno de los casos de violencia contra la mujer acaecidos? Otros países empezaron a investigarlos diez o quince años antes. ¿Qué sabemos de la etiología criminal de la violencia contra las mujeres en España? ¿Sabemos algo? Miren, en Dinamarca han establecido la obligatoriedad de una tutela institucional a través un de curso a todas las parejas con hijos que soliciten el divorcio; no es gran cosa, se puede mejorar, pero desde ese flanco llegan muchos de los tiros.
(…)es posible que la sociedad, o la propia víctima, no esté actuando sobre muchos homicidios silenciosos porque cree que todos los homicidios avisan con agresiones anteriores.

Aquí, lo que más les importa es que se denuncie, y que se denuncie, y que si escuchamos discutir al matrimonio del ático, les denunciemos. Semestralmente, hacen balance de denuncias, y nos cuentan que han subido, y que está bien, todo gracias a sus políticas, pero que hacen falta más. Un porcentaje significativo de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas no han denunciado nunca. Y de esto somos responsables todos, porque no denunciamos. En cambio, según podemos leer en un informe publicado en España hace doce años (sólo) , un elevado número de homicidios con víctima femenina dentro del ámbito sentimental no habían estado precedidos de síntoma alguno que los hiciera previsibles: (…)es posible que la sociedad, o la propia víctima, no esté actuando sobre muchos homicidios silenciosos porque cree que todos los homicidios avisan con agresiones anteriores. (Taxonomía de los homicidios en las relaciones de pareja, Cobo, 2007 pags. 4 y 5). Luego, hay que cambiar de procedimientos. La estrategia de la escandalera diaria por prensa, radio y televisión, no sirve. Las concentraciones con el alcalde a la cabeza hacen el mismo efecto que el pastor con el rebaño en la era cada vez que el lobo mata una oveja. ¿Quién ha sido? ¡El lobo! ¡Hay que matar a todos los lobos! Y el que no sea lobo que venga aquí a pedir perdón y a lamernos la alpargata.
¿Será verdad que lo somos?
Pero – y con esto termino -, ¿de dónde ha salido la especie de que la mitad de las mujeres españolas son víctimas de violencia machista? ¿Será verdad? Los portavoces de quienes juegan al «genocidio de género», junto al recitativo de los datos semestrales o anuales de denuncias interpuestas por maltrato (que suelen ser un 5% superiores al número de mujeres concernidas, que no son todas las admitidas a trámite, ni mucho menos las que terminan con sentencia condenatoria), añaden el estrambote de: … y éstas no representan más que una pequeña parte de los casos de violencia machista que se dan; o …, pero el número de casos que no se denuncia duplica esta cantidad. De tarde en tarde, algún periodista arrogante debe preguntar por la base documental de tales comentarios y es entonces cuando se lee que todo está en la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015, un estudio estadístico que realiza cada cuatro años desde 1999 la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. El de 2019 todavía no se ha publicado.
La Macroencuesta demuestra que las cuentas del señor Sánchez sobre la violencia machista en España son falsas.
He acudido a las dos versiones de la Macroencuesta disponibles en red y en formato pdf. La primera es un avance con todo lo sustancial que ocupa 59 páginas y la segunda, que incorpora más capítulos y espacios dedicados al análisis, se extiende hasta las 474. No voy a cometer la locura de desentrañarles el contenido. A ustedes y a mí les iba a pasar como al pescador de caña que se mete a desenredar una línea después de un mal lanzamiento. Recomiendo una lectura atenta del primer volumen y consultas vía índice del segundo a quien le interese presumir de información frente a su cuñada y no pretenda un estudio en profundidad. Mi propósito al traer a colación la Macroencuesta es demostrar que con ella en la mano – y aún haciendo la grosera trampa de sumar porcentajes que se solapan unos con otros – no salen las cuentas sobre la violencia machista en España que le salen al gallardo Pedro Sánchez, más hacedor que desfacedor de entuertos femeniles, y a quien la defensa de su gabinete de damas en apuros obliga**.

Memoria de toda una vida
Del estudio estadístico de marras debo explicar que se hizo sobre una muestra de más de diez mil mujeres mayores de quince años, residentes en España, a las que se preguntó si habían sufrido violencia física, sexual, emocional, de control o miedo de sus parejas, ex parejas u otros – a partir de unas variables predefinidas – a lo largo de su vida y durante el último año. Los datos referidos a toda la vida, evidentemente, no sirven para hacer diagnósticos certeros de la situación actual, no obstante, ha llamado mi atención que el grupo de mujeres mayores de 65 años presenta unos porcentajes de violencia en todas sus modalidades muy inferior a los grupos de menor edad. Estamos hablando de unas personas que nacieron, fueron educadas y llegaron a la mayoría de edad sin Ley del Divorcio. A buen entendedor… Una vez más, señalamos un campo de intervención preventiva sobre el que el feminismo se desliza satisfecho de las décadas de jurisprudencia favorable a sus intereses en los procedimientos de separación y divorcio.
Termino con la Macroencuesta facilitando los resultados generales del último año respecto del que se pasaron los cuestionarios (2015). Hago la observación previa de que, tanto en éstos como en los referidos a toda la vida de las encuestadas, se incluyen, sin quedar excluidos más que para su análisis parcial, los datos relativos a las mujeres no nacidas en España. Es decir, en todos los porcentajes generales va incluido un porcentaje de extranjeras de cuyo valor no se informa. Sí se analiza por separado y se comparan los resultados del grupo de extranjeras con el de las españolas en conjunto. Aún más, se discriminan por nacionalidades las distintas variables de violencia, y así sabemos que los colectivos de mujeres colombianas, ecuatorianas, rumanas y marroquíes están a la cabeza del maltrato, particularmente, las colombianas; y que en conjunto los valores de violencia sufridos a lo largo de la vida y durante el último año duplican a los de las españolas. He aquí otro campo de trabajo sobre el que no se interviene. Un tercio de los homicidios y de las agresiones sexuales que se producen en España tienen por agresores y víctimas a extranjeros. Ustedes, que ya se han empezado a fijar, se preguntarán porqué los políticos y los medios informativos principales no informan del porcentaje de denuncias y condenas por violencia de género que corresponden a extranjeros, y sólo una minoría lo hace respecto de los asesinatos, violaciones y otras agresiones sexuales. No sólo tiene que ver con el riesgo de alentar la xenofobia.

*A Carmen Calvo hay que decirle La Madre Superiora, porque ha llegado al poder para cerrar las casas de putas y para decirle a las mujeres de quiénes han de quedarse embarazadas.
**En su afán por postularse más feminista que nadie siendo el jefe, Pedro Sánchez diseñó un equipo de gobierno para dieciocho ministerios comandado por once mujeres y siete hombres (incluido él mismo). Esta composición vulnera El principio de presencia equilibrada en la Administración General del Estado y en los organismos públicos vinculados o dependientes de ella, epígrafe este del Título V, capítulo II de la Ley Orgánica de Igualdad. La presencia o composición equilibrada de hombres y mujeres se define en la Disposición adicional primera de dicha Ley como de un 40% como mínimo y un 60% como máximo de hombres o mujeres. El gabinete de Pedro Sánchez tiene un 61,11% de mujeres. Juristas tiene el Tribunal Constitucional que digan si, por este motivo, podría impugnarse el Consejo de Ministros. Ciertamente, es poca cosa, además, anda por ahí ese otro principio de la discriminación positiva o arbitrariedad a la carta del que se pueden ver beneficiadas las mujeres en determinados casos indeterminados. ¿Qué habría ocurrido si ese 61,11% correspondiera al número de ministros, en vez de al de ministras?
***Foto de portada: El Secretario general del Partido Socialista, Pedro Sánchez, llega a la sede de Ferraz acompañado por José Luis Ábalos, Secretario de Organización del mismo partido (foto de archivo).

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