Hablar con la «e»

El género epiceno está calando entre los jóvenes argentinos
Durante el pasado VIII Congreso de la Lengua Española, celebrado en Córdoba (Argentina), el tema del llamado «lenguaje inclusivo» no tuvo hueco en el programa oficial. Sí se lo hicieron en sus ponencias las escritoras argentinas Elena Osorio y Claudia Piñeiro para mostrar su apoyo a nuevas formas de expresión donde el género femenino no se dé por sobreentendido en el masculino.
Fui a la web en busca de información sobre los temas que se habían tratado en el VIII CILE. Fui de aquí para allá siguiendo esa dispersa manera hipertextual, ramificada, que permite la red cibernética. Hay que andar con buen sentido de la orientación o llevar brújula como en la montaña; andar con tiento y saber a dónde quieres llegar. Qué mal hicimos en no aprender bien las matemáticas que tan mal nos enseñaron en los años colegiales. Entenderíamos mejor a esos ángeles de la guardia (los cristianos son de la «guarda») que nos persiguen por internet tentándonos con toda clase de reclamos para que dejemos la recta vereda de nuestra voluntad. El ángel del algoritmo es como el ángel caído de esta cuadrilla. Te va a dar igual, aunque no pierdas el norte, al norte-web se llega atravesando todos los puntos cardinales. El objeto de tu búsqueda suele estar más repartido que el lignum crucis.

LGBTIQ+ )
Primer Congreso de Lenguaje Inclusivo en La Plata
Ante lo inevitable, yo recomiendo saber dejarse perder. Hacerse el bien hallado será beatífico, pero no conduce a nada. Para encontrar algo, hace falta haberlo perdido primero. El que tiene hambre de saber, muchas veces no sabe ni lo que busca, sale a su encuentro, se deja perder. Y estando en estas con el dichoso VIII Congreso de la Lengua Española, voy a dar con el Primer Congreso de Lenguaje Inclusivo, que se celebrará los próximos días 11 y 12 de abril en la también argentina ciudad de La Plata. Quieren reaccionar contra el lenguaje patriarcal, contra la normativa académica del poder establecido y, en definitiva, contra una lengua que los conquistadores impusieron a sangre y fuego, y al nuevo lenguaje le ponen un epíteto terminado en la desinencia masculina «o», y no en «e», que es lo que se va a llevar, o en «ente», «incluyente», que sigue siendo una denominación un tanto absurda, porque no señala qué incluye, pero que suena mucho mejor. Por otra parte, no explican la razón de que sigan hablando una lengua colonialista en vez de aprender el aymará y el guaraní hasta hacerlas cooficiales. Otro día hablaremos de todos estos términos que chirrían como una tiza en la pizarra; de su origen e intención políticos y de todo el plantel de reparto que se dedica a difundirlos.
Otro día, porque hoy quiero celebrar el venturoso encuentro con una realidad lingüística que ha prendido entre un sector juvenil de la sociedad boanerense y que se postula como solución al injusto predominio del género masculino en la lengua castellana. Ellos lo llaman hablar con la «e». Hace diez diez años, yo elaboré una solución similar, sólo que más elaborada, para los hablantes de una sociedad futura que había superado la confrontación de sexos. A los miembros de esa sociedad igualitaria, raza aparte de la humana, y a la novela que había de describirlos los llamé Humánidas. Recientemente, y en esta misma publicación, comenté los elementos distintivos de ese lenguaje a través del artículo titulado El Género Epiceno. No diré más, por esta vez. Prefiero que hablen los personajes de los vídeos que quiero compartir con todes ustedes/vosotres.

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