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¿Violencia de género o violencia doméstica?

Ni machismo, ni feminismo. Igualdad sí, pero #así noo

El pasado lunes, 4 de marzo, una noticia me llamó poderosamente la atención. Un autobús propagandístico de la asociación ultra católica Hazte oír era interceptado en Barcelona por miembros de la organización juvenil radical, Arrán, otros que tal pintan. Dos diputadas de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) en el parlamento catalán les acompañaban: María Sirvent y Natalia Sánchez. Mientras el grueso del grupo impedía con sus cuerpos que el autobús prosiguiera su marcha, unos pocos rasgaban el vinilo publicitario que cubría la mayor parte del vehículo y lanzaban contra la carrocería pintura morada.

Tres días antes, la Generalitat, a través del Instituto Catalán de las Mujeres, denunciaba a la asociación católica ante la Fiscalía provincial con el argumento de que los mensajes del autobús «niegan la dignidad humana, incitan al odio, la hostilidad, la discriminación y la violencia contra las mujeres» (Hazte Oír había anunciado el viaje en su página web). La Fiscalía toma en consideración la denuncia y la presenta ante el juzgado de Instrucción nº3, en funciones de guardia, apuntando un delito de odio y discriminación de la mujer. Como medida cautelar, pide la inmovilización del autobús. Entretanto, el Ayuntamiento de Barcelona, presidido por Ana Colau, incoa un expediente sancionador por incumplimiento de la ordenanza sobre Convivencia en lo referente a la dignidad de las personas y otro por incumplimiento de la Ley de Publicidad. La Generalitat insiste, esta vez con sus propios medios, a través del departamento de Presidencia cursando una orden a los Mossos d’Escuadra para que inmovilicen y retiren el autobús de la vía pública si vuelve a circular por Cataluña.

Imagen tomada desde el interior del autobús. Los activistas de Arrán han inmovilizado el vehículo y firmado su actuación sobre él con pegatinas. (Fotos de cabecera y superior: Hazte Oír)

En medio de esta furia denunciadora, el juez del Juzgado de Instrucción nº3 de Barcelona introduce un poco de cordura e impone justicia con un auto en el que se desestima la petición de la Fiscalía. A su juicio y al de la ley, que ampara la libertad de expresión, la simbología utilizada en la propaganda que se cuestiona «retrotrae a un pasado vergonzante para la humanidad, paradigma de la vulneración sistemática y generalizada de los más primarios y esenciales derechos humanos», pero tanto esta simbología como las frases utilizadas en la misma no son constitutivas de delito. De paso, recuerda que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado en confluencia de izquierdas por Manuela Carmena (magistrada ella, en su día), no ha desautorizado la circulación del autobús de Hazte Oír por la capital, después de considerar que sus mensajes están amparados por la libertad de expresión y porque no ve en ellos delito de odio flagrante. (Sepan que para elaborar este relato – suficiente, aunque incompleto – ha hecho falta entresacar de las noticias publicadas en ocho diarios distintos, edición digital: El País, Público, El Nacional.cat, La Información, El Confidencial, El Mundo, ABC y Crónica Global. Cada uno cuenta la feria según le conviene).

Para construir un relato más o menos completo de los incidentes desencadenados a raíz de la llegada del autobús de Hazte Oír a Barcelona, ha hecho falta entresacar de ocho diarios digitales distintos.

Dejemos a un lado la insultante y exagerada manipulación de la figura de Adolf Hitler – esta vez maquillado y con carmín en los labios – y de su inseparable criatura, (el nazismo), recurso muy poco original, por otra parte. ¿Qué formación política con representación local o nacional no ha llamado nazi a este partido o a aquel otro oponente alguna vez? Está tan pasado de moda, tan manido y tan desacreditado este insulto, que ya cansa y que, si me lo permiten, sólo ofende a quien se quiere ofender, como es el caso.

Panorámica de manifestantes en el Día Internacional de la mujer atravesando la plaza Mayor vallisoletana. (Foto A Desmano)

Las frases que tanto han escandalizado a la iniciativa radical del feminismo y a quienes les llevan los trastos, porque ahora son ellas – se dicen – las que traen los votos a casa, podrían ser consideradas opiniones respetables sobre las que debatir: «No es violencia de género, es violencia doméstica» y «Las leyes de género discriminan al hombre». El problema es que la parte que más presume de defender la igualdad, las libertades, el progreso, la democracia, etc. no ve la necesidad de debate. Este capítulo lo tiene cerrado. O lo tomas o lo dejas; o acatas las decisiones de una mayoría cosida con hilvanes o eres un machista al que exterminar (o una machista, supongo, porque de las mujeres machistas tampoco se habla).

«No es violencia de género, es violencia doméstica». ¿No da igual? ¿Cuál es el problema? ¿El problema es la denominación del fenómeno o lo que importa es la solución del problema? ¿Qué hay detrás? ¿Por qué si digo «de género» respeto el dogma, mientras que si digo «doméstica» incurro en anatema? A este punto hemos llegado. Volvemos a la rigidez. La virginidad de la virgen María vuelve a ser incuestionable.


¿Por qué si digo «de género» respeto el dogma, mientras que si digo «doméstica» incurro en anatema? A este punto hemos llegado.

Violencia de género, perspectiva de género, me he quedado sin género, y de «género», generar, el verbo que está de moda, vale por cien. En serio, ¿De qué estamos hablando? Acudo a un artículo publicado en la revista del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Intervención Psychosocial (Psychosocial Intervention, para los que puntúan más lo que se nombra en inglés), en mayo de 2018. Lo firman cinco autores y una autora, investigadores adscritos a las universidades de Madrid, Barcelona, Málaga, Valencia, Secretaría de Estado de Seguridad (Ministerio del Interior) y Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid. Se titula: Taxonomía de los homicidios de mujeres en las relaciones de pareja. Volveré a él en un próximo artículo. Ahora, sólo me interesa reproducir lo que atañe al tema que nos trae:

«Desde la perspectiva de género, o de dominación, la violencia de pareja se considera un fenómeno unidireccional (del hombre hacia la mujer) y monocausal en su etiología (originada por las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres, propio de las sociedades patriarcales y machistas)». Sigue más adelante, diciendo – apoyado en referencias a otros autores – que este tipo de violencia «(…) se expresaría de forma cíclica y ascendente en cuanto a la intensidad de la violencia, manteniéndose constante a lo largo de la relación de pareja, y que no obedece a desajustes de personalidad u otras singularidades del agresor, ni se registra más en sectores con desventajas sociales.»

La perspectiva de género no explica la «paradoja nórdica»

Menciona este estudio la llamada «paradoja nórdica» (tasas de violencia sobre el sexo femenino tres y cuatro veces más altas que la española), realidad que contradice la creencia de que las agresiones a mujeres se reducen a medida que disminuye la discriminación y desigualdad entre unos y otras. Los mandatarios de estos países, cuyo alto nivel de vida nadie discute, presumen de ser los campeones en igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, en sus sociedades la perspectiva de género no funciona. Mientras que en España la tasa de homicidios de mujeres en las relaciones de pareja heterosexuales (HCP) es de 2.81 por millón de mujeres mayores de 14 años (una de las más bajas de Europa y de naciones no europeas donde se llevan registros), en el Reino Unido es de 4.20, 5.22 en Francia, 9.35 en Finlandia y 9.40 en Austria.

25.000 personas, según el informe de la Policía Nacional, participaron en la manifestación del 8M en Valladolid. (Foto A Desmano)

Tampoco encaja con el modelo de violencia género descrito la constatación de que muchos de los HCP ocurren sin registros de violencia previa del agresor (los llamados de «muerte silenciosa»), circunstancia que dificulta seriamente su predicción, prevención y gestión desde esa óptica. En España, el feminismo nos ha colado la creencia de que todos los homicidios de mujeres en el ámbito de las relaciones de pareja son consecuencia de la dominación machista y que, por tanto, el tratamiento para su erradicación debe ir dirigido contra este tipo de conducta.

No está acreditado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pertenezca o simpatice con Vox o con Hazte Oír, luego tiene que haber otro motivo para que relegue la perspectiva de género a un tercer plano cuando propone el llamado modelo ecológico para «(…) analizar las raíces de la violencia de pareja desde una etiología multifactorial, con cuatro anillos de factores de interacción: el individuo, las relaciones cercanas, los contextos comunitarios y los factores generales ligados a la estructura de la pareja.» La perspectiva de género entraría como factor comunitario. El modelo ecológico propone examinar la interacción de los factores biológicos, sociales, culturales, económicos y políticos que intervienen en este fenómeno violento. La salud mental, también merecería un capítulo aparte. Sólo el porcentaje de homicidas que se suicidan o lo intentan ya remite al campo de la psiquiatría. Recordemos que la perspectiva de género, según la definición transcrita líneas arriba, excluye de su ámbito la violencia relacionada con trastornos de la personalidad. ¿Por qué no se discriminan y excluyen del contador de víctimas del machismo estos casos?

Las buenas noticias son malas noticias

Espero haberles persuadido de que sí hay materia en la llamada violencia de género sobre la que debatir. Nos han acostumbrado a una información diaria sobre el problema de la que sólo se desprende alarma, culpabilización masculina y reclamaciones coercitivas a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Las únicas buenas noticias son, paradójicamente, malas noticias. Si desciende el número de homicidios de mujeres, la cifra resultante sigue siendo insoportable. El aumento de las denuncias por agresión y maltrato reconforta en tanto que refuerza una de las cuestiones de fe que predica el feminismo desde las instituciones: sólo se denuncia una tercera parte de los casos que ocurren. ¿De dónde sale esta certeza que, incluso, llega a tener cifra estadística? (26,83%, según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género). Si ha salido de encuestas, ya les anticipo que traeré a estas páginas alguna de ellas para que puedan conocer qué se pregunta y conforme a qué criterios se interpretan los datos. Si ha salido de los casos de agresiones graves comprobadas sobre los que no hubo denuncia previa, habría que considerar si se pueden meter en el mismo saco homicidios y agresiones menores o maltrato continuado, además de recordar los estudios realizados en otros países donde se descubre que un importante número de casos suceden, no sólo sin denuncia previa, sino sin antecedentes de violencia. Aquí no hay perspectiva de género que valga.

Suma y sigue. Hasta las buenas noticias son malas. Si el trimestre pasado hubo más condenas por «violencia de género» que el mismo período del año anterior, significa que se está legislando «en la buena dirección» y que el machismo oculto bajo las togas de la judicatura disminuye. Ahora condenan más porque están más «sensibilizados» gracias a la presión rayana en tortura psicológica que ejerce la campaña feminista continua a través de los medios de comunicación, concentraciones, caceroladas y demás. Tal vez, la razón principal sea más simple: hoy en día hay más condenas, porque también hay más recursos, jueces y juzgados puestos a disposición, lo que da lugar a que se celebren más juicios. Sobre esto trataremos, también, en una próxima entrega.


La estrategia del feminismo radical consiste en plantear la lucha por la igualdad de la mujer como una nueva lucha de clases.

Violencia de género o violencia doméstica. La estrategia del feminismo radical consiste en plantear la lucha por la igualdad de la mujer como una nueva lucha de clases. De un lado, el «feminizado», mujeres combativas y hombres con coleta, moño y/o diadema dispuestas a asaltar los consejos de administración y de ministros. Enfrente, el machismo patriarcal, el resto. Es una lucha a muerte que no admite prisioneros. El objetivo: implantar la dictadura del «feminizado». La lucha feminista necesita mártires, necesita vivir de estadísticas fatales. Ahora, su prioridad no es terminar o reducir al máximo los homicidios de mujeres. Ahora, cuantas más denuncias mejor, que, a ser posible, todas las peleas de pareja acaben en los juzgados. Quién me dice a mí que mi marido no va a matarme cuando nos enfadamos, cuando matan y apalizan mujeres todos los días. Habrá que designar un mediador psicosocial cada vez que se anuncie un divorcio. Esto último lo digo ya totalmente en serio. Si es que interesa.

Equipos de revisión pormenorizada de homicidios

En EEUU ha interesado estudiar a fondo, de manera científica y profesional, el problema, que no es pequeño. Según informaba El País en su sección de Sociedad (31-12-2018) reproduciendo los datos aportados por la criminóloga Andrea Giménez-Salinas, 1 de cada 1000 mujeres en España afirma haber padecido algún tipo de delito sexual en los cinco años previos a la fecha del informe (Desde roces y tocamientos hasta las situaciones extremas de violación). En Estados Unidos, la proporción es de 14 por cada mil. Y se propusieron estudiar el problema enfocándolo de una manera holística a través de equipos multidisciplinares: Domestic/Family Violence Death Reviews, cuya denominación equivalente en castellano sería la de equipos de revisión pormenorizada de homicidios de violencia familiar o doméstica, sí doméstica. El feminismo español podrá estar o no de acuerdo con la calificación del fenómeno. Lo importante es que estos equipos empezaron a trabajar en 1990 y sirvieron para que, paulatinamente, se fueran formando otros en Canadá (2003), Nueva Zelanda (2008), Australia (2009) y Reino Unido (2011). ¿Saben cuándo se les ocurrió a nuestras autoridades feministas y parafeministas empezar a estudiar de tal manera el problema de los HCP? Los autores de otro estudio que desgranaré más adelante ( Revisión pormenorizada de homicidios de mujeres en las relaciones de pareja en España ) informan que el primer equipo español de tales características empezó a trabajar en 2015. Este proyecto contempla un equipo central y ciertos grupos provinciales que, a su vez, se ramifican en varios equipos más. Lo impulsa la Secretaría de Estado de Seguridad, a través de su Gabinete de Coordinación y Estudios. A la fecha del 27 de febrero de 2017, se ha completado el estudio de 30 casos permaneciendo abiertos otros 20. Ya me dirán.

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